Os dejo la crónica del partido del sábado, dando las gracias de antemano a su autor por la belleza literaria que arrojan sus palabras, haciendo un uso exquisito del alfabeto y deleitarnos con unas letras dignas del primo periodista de Pérez Reverte.
Simplemente genial. Me quito el sombrero ante Mr. Flickr
Crónica:
Buscamos la excelencia.
El balón de lado a lado, con posesiones largas. Tocando y tocando. Todo suave, todo con mimo. Miguel sacando en corto y renunciando al pelotazo.
Toque, toque y toque. Y el equipo que bascula ora a la izquierda, ora a la derecha. Y todo sin prisas, sin atolondramientos, sin pelotazos largos, sin carreras alocadas de los delanteros, ni urgencias de los centrocampistas.
En la banda, en sustitución del maestro ausente, los segundos honran su credo y su doctrina: ¡abre!..., ¡fácil!..., ¡al del cara!..., ¡toca!..., ¡al otro lado!...; y el balón circula, y el Delegado, Don Gabriel, muy formal, sentadito en su silla, quietito en la banda, calla y asiente. Está disfrutando. Le gusta lo que está viendo.
Y el primer gol es un triángulo escaleno que nace una vez abierto el hueco: pase largo de Arman a la banda derecha, carrera frenética de Martín, centro preciso y la Pantera que mata. A quemarropa. No mercy.
El segundo es obra del saltimbanqui, una jugada “yo me lo guiso yo me lo como”, yéndose con determinación y metiéndose hasta la cocina.
El tercero es un misil tierra-aire. ¡Que nadie le toque el punto de mira al rubiales que nació en los Cárpatos!.
A partir del tercero, el partido se quiso tranquilizar un poco y se intentó elaborar algo más las jugadas, pero, casi sin quererlo, llegó el cuarto, Enock de fuerte disparo, y en los últimos estertores de la primera... el quinto, un inverosímil gol tan extraño y precioso como el que nos regaló Rubén la semana pasada. Imperial Domsalsky.
En la segunda parte se siguió tocando y tocando. Es cierto que los contrarios ya no apretaban tanto y es cierto que hubo algunas imprecisiones en el pase, pero no es menos cierto que pusimos sobre la mesa pequeñas joyitas: una ruleta de Zidane, un disparo al larguero, un sombrero al defensa. Y entre tanta virguería... más goles: un corner bien sacado y mejor rematado, el tormento y el éxtasis de un delantero con mucho hambre de gol, y el 8º y último en el último segundo, llegando desde atrás, al estilo Cesc Fábregas. Incluso ellos marcaron.... pero fue más consecuencia de la relajación que acierto del rival.
Lo dicho: Tenemos dinamita arriba, calidad en el medio y una defensa pétrea. Pero lo más importante es que empieza a vislumbrarse un patrón de juego, un estilo. Queremos tocar. Y tocamos. Y eso gusta. Busquemos la excelencia.
Saludetes.
PD. Me encanta cada vez más que la anterior vez que la leo... Y ya son unas cuantas.
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