“LA HISTORIA INTERMINABLE”
Vuelve
a repetirse la misma historia de todas las temporadas cuando visitas la
Ciudad Deportiva, partido lleno de tópicos, nada que perder y mucho que
ganar, con diez se juega mejor que con once, el futbol es así, jugamos
como nunca y perdimos como siempre, hay que ir partido a partido, etc...
en fin, no quiero desmontar la jerga que rodea al futbol, pero a
veces una derrota es un arma de doble filo puede hundirte pero también
puede reforzarte, con doce se juega mejor que con diez, el futbol te da
y te quita según tus méritos y el trabajo desarrollado durante toda la
temporada y al final casi siempre queda reflejado en la tabla
clasificatoria.
En
frente el Real Zaragoza con el que todo el mundo quiere jugar y
siempre resulta el más ingrato para el jugador, tremendamente táctico,
extenuante en lo físico y sin permitir el mínimo fallo en las marcas,
tan apenas deja un respiro para la imaginación, no es precisamente el
escenario que nos resulta más cómodo pero es cita obligada en esta
categoría.
Buen
partido en líneas generales del Olivar, bien posicionado en el campo,
cerrando las bandas, con un trabajo serio en la zona de creación y
saliendo con peligro al contraataque, el Real Zaragoza por su parte
nunca estuvo cómodo en el campo, creando pocas ocasiones de gol, tan
solo dos regalos tempraneros de los que acostumbramos y que aprovecharon
como era menester, lejos de descomponerse el equipo y busco el gol y
al final de la primera parte 2-1. El comienzo de la segunda parte fue un
calco de la primera hasta que llegó la jugada del tercer gol con un
claro remate con el brazo, cabreo general por que el trabajo se
evaporaba debido a un error arbitral segundo consecutivo en estas dos
últimas jornadas, crispación general y al final acabamos con diez
jugadores, entonces fue más fácil el partido acabo con un injusto 4-1.
Resumiendo un Olivar serio que compitió bien no perdiendo la cara al
partido y un Real Zaragoza que se sintió incomodo pero que al final
decidió el partido con un marcador excesivo para lo que vimos en el
campo, como siempre “la historia interminable”.
Saludos. Javier Casado
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